Fueron circunstancias extrañas y oscuras las que reunieron a la compañía.
Alexandre, alférez de la Guarnición Real, Airin la barda, Ulfgar, sacerdote del caminante, Húldir el pícaro y la elfa hechicera Cloe. Todos ellos, quizá, en el lugar equivocado en el momento equivocado.

Pero los hechos funestos que los unieron, aquél hado que los envolvió con o contra su voluntad, alcanzó incluso a los inesperados, como Bana druida del Bosque de Endrald y Gwalver la paladín.
Todos ellos dispares unos de otros, que en la normalidad de sus existencias dudosamente congeniasen, gentes de distintas razas e ideales, todas ellas, cerrando filas junto a una Princesa Desposeída.

Todo comenzó una noche de Kyzhorn, en el año de la Magia Salvaje (1372 C.V). El día había sido uno más del apacible verano del norte, pero al declinar la luz del crepúsculo, oscuras nubes se arremolinaron en torno a Anaurokh y avanzaron pesadamente al oeste.
En el Castillo de los Señores, se reuniría el Consejo en pleno para debatir acerca de entregarle la Corona a la joven Princesa Imalim, que aún no estaba en la edad para ascender de acuerdo a la Ley; pero que había demostrado madurez y valentía al ponerse a la cabeza de la defensa de Arn contra la horda de orcos que bajó desde el Espinazo del Mundo el año anterior.

La tormenta estalló sobre el castillo, derramando un verdadero diluvio y haciendo temblar las paredes de piedra con el estruendo de los relámpagos. Fue por ello que pocos pudieron escuchar los gritos ahogados de los guardias de las murallas siendo masacrados por una turba de gimoteantes zombies. Los no muertos reptaron los muros, bajando al patio y matando a todo ser viviente que se cruzara en su camino. En el patio principal, Alexandre, Ulfgar, Airin y dos soldados de Arn, resistieron la primera embestida. Pero por cada zombie que destruían, 5 más cubrían su espacio, lo que los obligó a buscar refugio dentro de Palacio.
Una vez bloqueadas las puertas, sabiendo que no resistirían mucho tiempo, decidieron ir a buscar a la Princesa Imalim y su hermano el Príncipe Zakú, para ponerlos a salvo.

En la Torre de los Vientos Arcanos, la más alta del Castillo de los Señores, Cloe revisaba el laboratorio de Eithalfin, su mentor y Gran Mago de Arn, miembro del consejo. Un presentimiento le hizo acercarse al balcón donde Eithalfin mantenía un telescopio. Desde allí, a pesar de la copiosa lluvia, pudo distinguir lo que ocurría en el patio. Rápidamente, tomó sus pertenencias y corrió hacia el Alcázar del Consejo, donde estaría reunido su hermano de raza y amigo. En el puente que comunicaba la torre con el castillo, por sobre los Jardines interiores, la elfa vió a un soldado que combatía lanza en mano con un grupo de no-muertos. Los derrotaron juntos y éste le acompañó en busca del hechicero.
Cuando bajaban por las escaleras, se encontraron con el grupo del clérigo, la barda y los 3 soldados. Luego de deliberar, decidieron que la elfa y el guardia irían en busca de los Consejeros, y el resto tras los Príncipes. Poco trecho luego de que se separaron, encontraron a la Princesa Imalim en tenida de montar que iba rauda hacia los aposentos a buscar a su hermano, junto con Húldir. El grupo se les unió, y luego de una búsqueda frenética y una escaramuza con bárbaros en una de las habitaciones, descubrieron la cruda realidad. Zakú salió desde una de las habitaciones, vestido con su Armadura y la espada desenvainada, capitaneando una gran cuadrilla de zombies fortalecidos por un clérigo maligno. Zakú reveló sus intenciones de gobernar prescindiendo del consejo y de su hermana, y que tenía aliados poderosos que le ayudarían. Dicho esto, los zombies lo sobrepasaron y fueron tras el grupo, que a duras penas pudieron sacar de allí a Imalim.

Mientras tanto, Cloe y el guardia llegaron al Alcázar, donde descubrieron con horror que los consejeros habían sido asesinados, y un humano calvo, tatuado y con una túnica carmesí sostenía a Eithalfin en el aire con una mano, y con la otra un bastón con una gran piedra preciosa resplandeciente. Tuvieron un pequeño diálogo, donde Cloe alcanzó a oír que el humano se llamaba Kalimdur y ante los ojos de la hechicera, este consumió el alma de Eithalfin.
Sumida en el dolor, Cloe atacó a Kalimdur pero este la repelió fácilmente, arrojándole escaleras abajo, donde le alcanzó a sujetar el soldado que le acompañaba. Rápidamente huyeron del lugar, y se encontraron con el resto del grupo que iba camino a los establos, para huir de la carnicería que se vivía en el castillo.

Al mismo tiempo que esto ocurría, en el bosque de Endrald el Druida Amrod y su aprendiz Bana se enfrentaban a otro grupo de zombies, que fueron bajados desde un carromato y puestos en los lindes por una figura vestida también con túnicas carmesí, que les dejó la orden de matar a cualquiera que se acercara desde el castillo. Los druidas despacharon a los zombies, y Bana corrió inmediatamente a rastrear el carromato, transformándose en lobo para aguzar los sentidos menguados por la lluvia. Corrió a la par con su compañero animal, y para su sorpresa pudo distinguir en una fracción de segundo, en un claro de nubes, una ciudad flotante. La druida se repuso de su estupefacción y llegó hasta el campamento de donde salió el carromato, encontrando allí más personas vestidas con túnicas y bárbaros de los Uthzgart. Escondida, pudo enterarse que los hombres vestidos con túnicas eran Zhentarim y las órdenes que estos tenían para los bárbaros. Corrió de vuelta a Endrald para informar a Amrod.

En el castillo, el grupo consiguió llegar a los establos, que estaban defendidos por un sargento de caballería. El soldado que acompañaba a Cloe abrió el rastrillo de la Puerta de los Caballos, quedándose allí sintiendo los efectos de la mordedura de un zombie. El resto del grupo tomó las monturas y se alejaron galopando, guiados por Imalim hacia Endrald.
Bana llegó al bosque e informó a Amrod. El druida escuchó en un silencio reflexivo, para luego distinguir jinetes que se dirigían al bosque, desde el castillo, y otros que iban tras ellos en persecución. Amrod se valió del poder de la naturaleza para transformarse en un animal terrible, y Bana se subió a su grupa. Los del castillo y los del bosque se enfrentaron a sus perseguidores, derrotándolos completamente y tomando prisionero a uno de ellos.

Fue así como entraron a Endrald 8 supervivientes de la masacre en el castillo de los Señores, 8, de todas las personas que habitaban y servían en el castillo, y que hasta ese día respiraban bajo el sol de Faerún.

(Estas letras son de Gle, sólo por esta ocasión las sube quien les escribe).

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